Otra vez lo que tendría que haber sido una nueva fiesta del vóley, en la que de lo único que se debería hablar es de lo estrictamente deportivo, se vio empañada por un accidente. Y grave. Y con decisiones polémicas y acciones para replantearse cosas.
Durante la final femenina de la Superfecha Sub 19 en Tortuguitas una jugada desafortunada en la que Sabrina Germanier y Sabrina Torino chocaron sus cabezas dejó a ambas jugadoras golpeadas. Y allí lo peor. No había médico en el lugar, la ambulancia tardó entre 30 y 40 minutos y no hubo ningún responsable que pudiera dar respuestas.
El padre de un jugador de Club de Amigos, médico él, intervino para que no las movieran (sobre todo a Germanier, ya que la lesión parecía cervical) en una marea de gente que invadió la cancha e incluso enturbió una situación ya de por sí complicada. Todo era confusión. Y, por supuesto, a todos les vino a la cabeza lo que sucedió con Mariángeles Cossar tan sólo un año atrás cuando, en el Torneo Internacional organizado por la FMV en GEI, sufrió una grave lesión en su codo, tampoco había médico, también debió esperar un largo tiempo la ambulancia y quedó a la deriva.
Es por eso que, desde nuestro lugar, invitamos a la reflexión. Con la real intención de que esto no vuelva a ocurrir. Son hechos repetidos en los que pareciera que hasta no se produzca una tragedia fatal no se va a hacer algo para anticiparse a los hechos y no lamentarse luego.
En la cadena de responsabilidades no hay una sola persona. Desde la Federación, como organizadora del torneo, como así también el club que no previeron la presencia de la ambulancia, algo que sucede en la gran mayoría de los clubes del país.
Pero también, cada uno de los equipos que aceptó (acepta y posiblemente aceptará) jugar en esas condiciones que existen desde el minuto cero, ya sea por no darse cuenta de ello o por pensar que no va a pasar nada.
Seguro que las soluciones no son fáciles, porque muchos clubes no tienen plata como para pagar una ambulancia y la Metro probablemente tampoco como para costear 25 de ellas por Abierto. Tal vez, se podría aplicar un arancel específico para esto, y que con ese dinero se paguen las ambulancias; quizás repercutirá en que jueguen menos equipos, ya que no todos podrán hacerlo, pero así se asegurarían las condiciones para que esto no vuelva a pasar. Y también se debería pensar una solución para cada partido asegurando, al menos, la presencia de un médico.
Ahora bien, ¿el show siempre debe continuar?
Con el antecedente de Cossar (que no fue el único y hasta nos podríamos remontar al día que Rodrigo Juliani esperó 40 minutos en Ferro una ambulancia, luego de una fractura expuesta, en un partido de División de Honor hace 15 años atrás), también nos preguntamos si hay que seguir a pesar de todo.
Luego de la asistencia médica, pero en ese momento sin novedades sobre el estado de salud de Torino y Germanier, se debatió sobre la realización o no de la final masculina entre Ciudad y Amigos. Cuando los clubes y la parte arbitral se habían puesto de acuerdo en no jugarla (por supuesto que la situación no daba, mucha gente se había ido y todo era preocupación por las chicas), desde la dirigencia FMV se decidió que se debía jugar igual.
Pasó la final, se le entregó la Copa al campeón y todo terminó como si nada hubiera pasado. Pero el caso de los finalistas de A1 masculinos no fue el único. Estando en Tortuguitas durante el infortunio en la final femenina, hubo equipos que parecían más preocupados por ver cómo seguía el torneo antes que saber cómo estaban las chicas. Tranquilamente podía haberse repetido el accidente con uno de sus jugadores y hoy lamentaríamos otro hecho más similar.
En el murmullo de Tortuguitas, todos estaban en desacuerdo con la decisión de jugar más allá de todo, pero finalmente acataron la determinación de la dirigencia FMV presente. Y el show continuó.
El debate está planteado, el lugar para las explicaciones y derecho a réplica queda a disposición. Lo cierto es que creemos que, sea como sea, algo así no puede volver a pasar.
María Eugenia Candal
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Sergio López
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