El caso Bulaich, el disparador de un escenario repetido y que requiere atención

by Sergio Lopez
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El problema que atraviesa Daniela Bulaich, jugadora de Selección Argentina, con un pase trabado desde Boca Juniors hacia San Lorenzo, la institución que ella eligió para seguir su carrera, cobró notoriedad en los últimos días. Sin embargo, el caso en el que ella se ve afectada es la punta del iceberg en una historia de larga data de conflictos y desacuerdos, por lo cual se presenta la oportunidad para el debate y la reflexión. ¿Cuál es la profundidad de lo que pasa y cómo se puede evitar que el vóley, en todas sus partes, resienta su desarrollo ante estas situaciones reiteradas?

En primer lugar, por ser la situación que destapó la olla, el caso Bulaich merece un análisis propio. Luego de un brillante cierre de temporada metropolitana con título incluido en 2017, la punta receptora determinó no seguir en Boca para la Liga Femenina. Lo narra ella misma, en diálogo con Somos Vóley: “La decisión de no jugar la Liga para Boca ya la tenía tomada hace tiempo, más que nada era una decisión personal porque no había tenido una buena experiencia en la Liga pasada.”

Dice Bulaich que intentó “avisar con tiempo para que pudieran buscar jugadoras”, por lo que a mediados de octubre le comunicó solamente al entrenador Eduardo Allona esta postura que era inamovible. Boca, lógicamente, intentó retenerla: “El club me preguntó qué necesitaba para quedarme, pero no me podía dar lo que yo necesitaba.”

Una vez finalizado el Metro, el cambio de rumbo de la jugadora se hizo público y San Lorenzo fue el primero en postularse. Existe un dato: Bulaich había disputado ese año el Mundial Sub 23 de Eslovenia junto a algunas de las Matadoras (Antonela Fortuna, Elina Rodríguez, Mariana Moriondo, Azul Benítez), por lo que vio con buenos ojos el interés.

Ahí comenzó una serie de idas y vueltas que, en un contexto reglamentario de pases complejo, derivó en una actualidad que muestra a Bulaich sin poder desempeñar su tarea, su trabajo. ¿Qué pasó en el medio? La jugadora menciona “reuniones inconclusas” desde diciembre hasta febrero, que incluyeron un trueque por otra jugadora que no prosperó y luego una cifra muy alta, que ella no especificó pero que, según trascendidos, rondó los 250 mil pesos. Lo que sí cuenta Bulaich es el, hasta ahora, desenlace: “El entrenador de San Lorenzo, Mario Gallego, le comunicó a mi familia la cifra. Sin dudarlo, mis padres ofrecieron pagar la mitad del pase, con tal de que yo pudiera jugar. San Lorenzo depositó un monto, Mario fue a reunirse con lo restante, pero a último momento surge que los papeles estaban mal porque ellos no pretendían un pase definitivo, como constaba en los papeles, sino transitorio.”

A pesar del delicado momento, Bulaich refuerza en varias oportunidades su posición: “La realidad es que a Boca no voy a volver. Me crié en el club, jugué 11 años, y creo que defendí la camiseta de la mejor manera que pude e intenté dar todo. No me arrepiento de la decisión. Estoy cómoda con el grupo de San Lorenzo y el cuerpo técnico. Ellos están haciendo todo lo posible para poder destrabar esta situación y que yo pueda volver a jugar.”

Con el fin de pintar el mejor panorama posible, Somos Vóley buscó la voz de las otras dos partes: ambos clubes. Desde Boca, la decisión fue solamente expresarse vía comunicado oficial, el cual no fue elaborado al momento, mientras que por San Lorenzo sí surgió una postura institucional: “La negociación no se resolvió de la manera que esperábamos, pero es algo que ha ocurrido siempre en el vóley. La resolución depende de la FMV y la FeVA. San Lorenzo hizo lo que tenía que hacer y lo que podamos hacer, lo vamos a seguir haciendo. Nosotros tenemos intención de que ella juegue en el club, pero no podemos pagar el monto que nos piden. No tenemos por qué juzgar a Boca y no es en contra de nadie en particular, pero nos preocupa que la jugadora, sea Daniela o cualquier otra, se quede sin jugar. Creemos que es necesario rever el tema de los pases, no sólo por este caso, sino en general para que las negociaciones sean acordes al mercado argentino.”

En medio del considerable revuelo generado cuando el tema salió a la luz, ella recibió muchas voces de apoyo, tanto de pares del vóley como de JuAVA (Jugadores Asociados del Voleibol Argentino), la institución creada en el 2017 que representa a los jugadores y que preside Sebastián Firpo. La entidad, hacia la cual Bulaich manifestó su público agradecimiento, lanzó un comunicado oficial y además, a través del mismo Firpo, habló con Somos Vóley: “El Departamento Legal de JuAVA está trabajando en el asunto. Ya enviamos carta documento e intentaremos agotar todas las vías de comunicación posibles para destrabar el asunto. En caso de que así no ocurriera, avanzaremos con recurso de amparo. Los jugadores tienen que poder jugar. El mundo del vóley debería tomar cartas en el asunto y buscar más sentido común. El vóley lo hacemos todos. Hay que repensar el reglamento de pases, y si a algún jugador le impiden jugar, ahí nos verán en la vereda de enfrente. Para poder tener Valores en Juego, hay que poder jugar”.

¿Qué es lo que dice el reglamento al que se refiere Firpo y también San Lorenzo? Tanto en el reglamento FeVA como el de la FMV no se especifica monto alguno para pases, escenario que le da un marco a la posición de Boca. Los derechos federativos de los jugadores son de los clubes, y son esos clubes, en caso de una transferencia, los que deben ponerse de acuerdo por el monto de la misma. Si bien es cierto que para las Ligas A2 y Femenina no hace falta generar un pase (la regulación específica del torneo dice que entre clubes de la misma federación sólo se precisa una nota de autorización del club de origen), la parte metropolitana de la transferencia es la que no se puede resolver sin el consenso económico. Inclusive, es la Federación Metropolitana la que debe actuar como organismo mediador, y no la Federación Argentina, por ser dos clubes de su órbita. Por eso es que la entidad intervino en las reuniones que mencionaba Bulaich, pero no hubo consenso entre las partes.

Ahora bien, si bien el caso Bulaich es el que ocupa la agenda, hay muchos antecedentes que componen esta metáfora inicial del iceberg, con sus similitudes y sus diferencias, y varios bien recientes. Uno de ellos tiene que ver con Vélez, que se pronunció a través de Rogelio Vinent, entrenador de inferiores y asistente en División de Honor: “Me gustaría primero aclarar que somos un club formador y no comprador. Por eso mismo, generalmente somos vendedores, porque nuestra política es formar a jugadoras de base en el club. Al respecto, en los últimos meses fuimos protagonistas de dos casos: Sol Piccolo, de Vélez a River, y Carla Castiglione, de San Lorenzo a Vélez.”

Dentro de esas dos transferencias no concretadas, la de Castiglione resulta particular porque lo tiene a San Lorenzo en el rol opuesto respecto del caso Bulaich. Desde el club azulgrana explicaron que el club y Vélez habían llegado a un acuerdo por su pase y que, en medio de ese proceso, la jugadora incluso entrenó y jugó amistosos con el Fortín. Sin embargo, del lado de Vélez luego la voluntad de pago cambió, por circunstancias dirigenciales, y San Lorenzo mantuvo su posición por el pago acordado previamente. Desde el Ciclón aclararon que no había problema con el pase, pero que la imposibilidad de realizarlo tuvo que ver con una falta de acuerdo final entre las partes.

Somos Vóley también se contactó con Castiglione, que actualmente está en Brasil como una consecuencia de este pase que nunca fue. La historia que ella recapituló es extensa como la de Bulaich: una elección personal en mayo de 2017 de no jugar el Metro para San Lorenzo, una negociación con el club que no llegó a un acuerdo, la decisión de la jugadora de ir a Vélez y cifras que por sus dimensiones (300 mil pesos primero y 150 mil después) frenaron el pase. En enero, según completa Castiglione, le comunican que existía un acuerdo, pero a fin de mes vuelve a trabarse la negociación “porque San Lorenzo no aceptaba la forma que Vélez le proponía para pagarlo”. Ahí llegó, el 27 de enero, la oferta del Sao José dos Pinhais que es su club actual.

“Quiero aclarar que mi mayor intención es que podamos hacer algo por nosotros, los jugadores. Que las instituciones dejen de tener nuestros derechos federativos sin ninguna regulación que nos ampare y más sabiendo que en el vóley femenino raramente podemos vivir jugando en nuestro país”, remarca la opuesta y completa: “Ojalá que esto ayude a que exista un antes y un después y que como jugadora, como persona y como mujer pueda elegir donde quiero estar.”

¿Cuál sería la solución, entonces, en una historia que tiene muchos capítulos y puede tener muchos más? O, al menos, cuál sería el paso adelante en un camino que parece largo de desandar, en el que jugadoras y jugadores buscan hacer lo que más disfrutan (jugar) y en el que los clubes, con mayor o menor cantidad de aciertos, también defienden su lugar como formadores y como instituciones que contienen al atleta. La regulación de los valores de los pases por parte de una Federación, como se ha propuesto en estos días, abriría la puerta a otro tipo de conflictos. Quizás un consenso en el inicio entre club y deportista respecto de su valor, una especie de cláusula de rescisión convenida de antemano, permitiría avanzar en un punto: el de la transparencia y la comunicación clara, para reducir al mínimo los malestares de las partes. Y para ello, haría falta también una tendencia en lo reglamentario: buscar, desde las mismas normas, una mayor profesionalización y por lo tanto la creación de contratos (algo contemplado e impulsado en el reglamento FIVB, que aquí no se aplica), para también proteger a la competencia nacional y que sea más atractivo el medio local que el exterior. Por lo pronto, ya existe una evolución: el poder estar hablando de este tema.

Equipo Somos Vóley

 

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