Volvió a celebrar, en un sentido amplio del concepto. Ahora con la camiseta del Sada, nombre integrado a la sabiduría popular voleibolera desde la llegada de Marcelo Méndez (más de 30 títulos desde 2009 http://www.sadacruzeiro.com.br/?page_id=8072), el atacante argentino sumó su 1° Sudamericano de Clubes, el 7° en la historia del club. Su desafío era exigente, como extranjero, para mantener el perfil ganador de una franquicia récord con seis Superligas y, entre otras cosas, tres veces campeona del mundo y con ambiciones del cuarto título, ya clasificado para la próxima edición.
Conte venía de ser campeón con Taubaté -ahora clásico rival repleto de estrellas- en la temporada pasada junto a Nicolás Uriarte. Uno de los pases más importantes de la temporada tendría, sin dudas, termómetro de rendimiento. Y hoy no sólo con Sada marcha arriba en la Superliga, sino que además ganó su 10° estadual, su 5° Copa Brasil y, recientemente, fue determinante en semifinales ante Taubaté y en la gran final ante UPCN de San Juan en el Sudamericano.
Maduro, agresivo, reflexivo, con la calidad de siempre, la tentación es exponer este momento como su mejor momento. Pero su respuesta es contundente: “Creo que definir un momento como mejor momento es sumamente limitante, dado que todos los momentos vividos nos llevan a donde estamos hoy. Por eso es que seguramente estoy disfrutando en este momento como pocas veces he logrado hacerlo antes, desde todo punto de vista. Hubo momentos pasados muy difíciles, por muchas razones, que me enseñaron y me fortalecieron, por eso es que hoy estoy tan agradecido por todas esas experiencias vividas”, arranca “o craque”, como lo llaman en Brasil.
“Estoy feliz por el presente que consecuentemente me toca vivir. Es hermoso y estoy agradecido a la vida por ayudarme a coronar los últimos tiempos con algunos títulos”, refuerza la idea. Porque, claro, no se trata de una sensación desconocida, ya ganó en Argentina (GEBA), en Polonia, en China, con la selección. Pero algo cambió.
Dice que cada título “fue especial”. Y lo justifica: “Todo lo que hacemos, todo lo que amamos como deportistas está en la competencia, y poder ganarla, y colgarse la medalla al final de un proceso trabajado es muy importante”.
En GEBA ascendió con papá Hugo, con Waldo Kantor como entrenador, con Nico Uriarte como armador y su primo Martín en cancha. “Fue muy especial, muy loca, compartida con mi viejo, con mi primo, con un hermano de la vida como Nico. Era muy chico pero fue el primer empujoncito profesional, y una temporada para recordarla por siempre, con esa inconciencia de lo que realmente estábamos viviendo en ‘casa Conte’.
Luego llegó Belchatow: “Polonia sin dudas fue muy especial, después de una lesión severa de hombro, que movió muchísimas cosas en mí, más allá de sacarme de la cancha, mi pecera, por 11 meses, fue durísimo. Personas como Miguel Falasca (N de la R: Recientemente fallecido) y Daniel Lecouna que apostaron en mi cuando ni yo lo hacía, fue lo más importante que me pasó como jugador. Me cuidaron mucho, no me apuraron ni un día e hicieron posible que, con la ayuda de Nico Uriarte, sus manos mágicas y todos los años jugados juntos en inferiores y en las duplas de las canchitas de “Muni”, durante 3 años la rompiéramos allí y yo vuelva a sentir seguridad y fortaleza dentro de la cancha. Ese primer año lo cerramos con el campeonato polaco, el segundo con una Supercopa y un Final 4 de Champions y el tercero con una Copa Polonia”, repasa.
Claro que no todas fueron rosas. “Ese año no terminó tan bien como había empezado todo el proyecto y en lo que creíamos, y me escapé a China. La frustración de lo sucedió en el final de la temporada y el dolor por el resultado de los Juegos Olímpicos (Río 2016), hicieron el comienzo de esa aventura sumamente difícil, por lo que haber ganado esas dos temporadas en china, junto con el descanso prolongado de la Selección en el medio, me devolvieron ese coraje que estaba necesitando, humano y deportivo, para volver a las grandes ligas”.
Cuando Taubaté lo convocó sabía que tenía un desafío como “volver a jugar alto nivel, en un equipo con muchos nombres locales, con muchas medallas al cuello, y un hermano (Nicolás Uriarte), el mismo que necesité para volver a jugar después del miedo y las inseguridades que una lesión nos deja. Una vez más tuve la oportunidad de recuperar esa seguridad deportiva y humana para afrontar el desafío, apoyándonos en esa telepatía voleibolística que hemos creado”, recuerda sobre la temporada pasada.
Ahora viste la azul de un equipo multiganador, creado por un entrenador argentino también multiganador en nuestro país, en España y en Brasil. “Estoy viviendo una aventura increíble, ya con algunas medallas en la repisa, experiencias hermosas; todavía quedan algunos meses por delante y el objetivo final por jugar. Cada una de las victorias fue especial en su preciso momento y lugar, con experiencias inolvidables inmortalizadas en esas medallas, que representan mucho más que sólo una victoria”
Sobre Méndez deja un párrafo. Conte cree que “llegó en un momento complicado de la Selección, en el que el equipo estaba abatido y débil física y psicológicamente después de un Mundial triste. Mirando hoy para atrás, y conociendo a Marcelo mejor, sin dudas influyó en el buen rendimiento y en la clasificación que logramos esta temporada. Fue determinante diría yo, supo exigirnos y conocernos conjuntamente para lograr el objetivo que todos teníamos, motivándonos y con acciones para levantar nuestras cabezas de nuevo para dejarlo todo”.
A meses de Tokio 2020, de una nueva oportunidad olímpica, la tercera para él, Facundo asegura que no le gusta “proyectar mucho en el futuro”. Pero advierte: “Sé lo que representan para mí personalmente y para todo el mundo, pero hay mucho camino por recorrer para llegar ahí aun, y seguramente estamos todos preparándonos todos los días en vistas de este sueño común. Tengo mucha confianza en nuestro potencial, en las personas y en la entrega de esas personas”.
“¿Como nos imagino como equipo para Tokyo?… Dejando la vida en la cancha, como lo hicimos siempre”.