El algoritmo dejará afuera de estas líneas a buena parte de la audiencia. No por desinterés, quizás, sino por conocimiento de causa. Algo así como releer una historia.
Pero, algunos días después del fallecimiento de Enrique “Quique” Edelstein, parece oportuno poner en valor un legado intangible para quienes, generacionalmente, están alejados de su impacto voleibolístico.
Antes que nada. Pasaron unos días que sirvieron para entender, para asimilar, para intentar un agradecimiento, para reconciliarme con una historia, para dejar de lado la meritocracia tarambana que no mira alrededor para agradecer condiciones y posibilidades. Todos y todas nos esforzamos, invertimos, nos perfeccionamos, relegamos, avanzamos, pero en la gran mayoría de casos existen “Quiques” y “Davides”, “Arribas” y “Cholis”, “Karinas” y “Josés”. Picaportes imperfectos. Escalones imperfectos. Propulsores imperfectos. El individualismo se crea una historia que a veces olvida la mano que te ayuda a cruzar.
“Quique”, que quede claro, tiene en su hoja de ruta la medalla de impulsor, junto al creador David Fajn, de los primeros pasos en la vida de Somos Vóley, que ya cumplió 22 años y bien emancipado está.
El entrenador, en su rol de especialista en medios, fue la pata televisiva de un proyecto que incluyó a Vóley de Primera en TyC Sports y a www.somosvoley.com en el incipiente mundo digital de los medios de comunicación. También impulsó algunos eventos deportivos relacionados con nuestro deporte, en los terribles y poco alentadores inicios del nuevo milenio.
Para intentar transmitir algo de su dimensión, van dos opiniones. Una personal y la otra, también personal, pero de un prestigio construido.
Desde mi punto de vista “Quique” inventó el comentario especializado en vóley en la TV. Le dio forma, sentido, calidad, calidez, continuidad, tono único, registro inolvidable. Lo construyó y, simultáneamente, lo jerarquizó.
No era fácil dotar al comentario de vóley, en pantalla masiva de alta exposición como TyC Sports (en sus años dorados), de una impronta pedagógica que no volvería a repetirse, incluso en otros deportes. Creo -repito, es personal-, que fue el maestro del comentario entre los nuestros. Y lo hizo junto a dos relatores también irrepetibles: José Jozami primero, será justicia; y José Montesano después, que es ahora, una ERA del relato. Ahí su escuela.
Vóley de Primera fue un lujo televisivo del que tuve la increíble oportunidad de participar, fue una entrada triunfal al vóley grande en términos mediáticos. Compactos, “hombres de negro”, noticias por el mundo, entrevistas, editoriales (no siempre felices, porque no fueron todas perdices), viajes, ficciones, cámaras ocultas. David Fajn era el sostén ideológico, económico y espiritual… y Quique el escribano voleibolístico.
Dos eventos marcaron ese inicio que fue un cachetazo para la exposición del deporte: El Súper 4 de la Liga Argentina 2002 en La Rural y, la bomba, el Campeonato Mundial 2002 en la Argentina, que tuvo epicentro en el Luna Park y en San Juan, allí donde jugó una selección inolvidable que fue 6°, pero que causó fiebre real. En ambos, Somos Vóley saltó al vacío y el balance de resultados de ese salto será individual. Por supuesto que Rojas Scholem y Bolívar marcaron a fuego esa historia que todavía continúa.
EL GRAN DT
Pionero como entrenador de grandes ligas, emigró en momentos en los que emigrar significaba romper el molde y, también, saltar al vacío. Y ahí no sólo triunfó, sino que además abrió puertas. Y enseñó. Inventó un mercado. Estas líneas no se proponen una biografía. Pero los medios dieron cuenta del impacto. Van ejemplos:
El Destape
Olé
https://www.ole.com.ar/voley/fallecio-quique-edelstein-entrenador-voley_0_1zfb094F1Z.html
Sergio Tacchella
Carlos Cabeza
https://www.facebook.com/carlos.cabeza.1614/videos/284153767575661 (Aquí aparece Marcelo Méndez en 1995)
Pero quizás su verdadera dimensión se cristalizó con un premio demorado, pero oportuno. “Quique” fue convocado tiempo atrás para integrar el cuerpo técnico de las selecciones de base de la Argentina. Esa convocatoria llegó de la mano del mejor entrenador argentino de todos los tiempos (también es personal, con apoyo estadístico): Marcelo Méndez. Sí, el actual DT de la Selección.
Que sea el propio Méndez quien le de contenido más sólido a estas líneas, para que no queden en envoltorio: “Quique fue un gran maestro, un innovador. Su incorporación tiene un sentido que está vigente… En todo el mundo se dejó de trabajar la técnica y nosotros intentamos en selecciones nacionales trabajarla, darle un nuevo enfoque. Creo que tendríamos que seguir en ese camino, porque los jugadores llegan con muchas deficiencias técnicas y debemos corregirlas. Eso es fundamental, y nuestra única manera posible para poder competir a nivel internacional. Quique era la persona indicada, por sus conocimientos, por su dedicación, por su pasión por el vóley y sobre todo por su capacidad para llegar con su mensaje”.
Al fin y al cabo, nunca está de más poner en valor una obra. Tampoco hacer justicia interna con una pieza clave de una maquinaria. Gracias al oportuno llamado de Sergio Tacchella, otro hombre de vóley, las alarmas se prendieron. Era necesario intentar poner un legado invaluable, fuera de la Dimensión Desconocida. Descansá en paz, Quique. Gracias.