Es cierto que la actual es una época en la que la transferencia genética está muy presente en las máximas expresiones de nuestro deporte y las notas de “los hijos de” seducen a más de uno. Sin embargo, es cierto también que, muchas veces, la decisión de los hijos de seguir los caminos de los progenitores nace de ellos mismos. Por ese lado viene la historia de Fabián y Juani Armoa, padre e hijo y, a la vez, entrenadores campeones en diferentes niveles del vóley.
A principios de octubre se dio la coincidencia de títulos. El lunes 10, Club de Amigos se consagró en la rama masculina de la Superfecha Sub 13 metropolitana, con la dirección técnica de Juan Ignacio Armoa, en el que fue su primer abierto FMV como entrenador en soledad. Días después, el jueves 13, el multicampeón UPCN que conduce Fabián Armoa sumó una corona más con la Copa Master. En una misma semana, dos medallas de oro para la familia.
Así y todo, más que el éxito, que es un factor que puede tener (o no) fecha de vencimiento, lo que actuó como disparador fue la similitud entre ambos cuando están a la vera del rectángulo de juego. Los gestos, las posturas, las expresiones faciales… Tan parecidos que, quizás, no había forma de que el pibe no siguiera la senda familiar. Lo certifica Fabián, explicando ese “algo” que quizás cuesta explicar, pero que los padres saben identificar: “Siempre fue así; no te digo entrenador, pero sí capitán. Desde chiquito en la escuela. Era obvio que iba a decantar para este lado.”
Y ojo. La palabra clave más arriba es “familiar” porque no sólo se trata de una herencia paterna. Mamá Constanza, que siguió desde la tribuna el título de Amigos en la Superfecha, también es entrenadora y Juani lo señala: “Desde el primer momento, papá siempre fue un referente, al igual que mi mamá. Obviamente, desde dos lugares diferentes: él desde el alto rendimiento y ella desde la formación. Desde que nací, los dos se dedicaron exclusivamente a esos aspectos.”
Actualmente (y lógicamente), padre e hijo están “en los extremos” del vóley, como describe Fabián. “Por eso charlamos más que nada cosas de entrenamiento; él está terminando ahora el profesorado, entonces los consejos que le puedo dar son más de profe que de vóley”, agrega. Del otro lado de la historia, Juani confirma que la cosa viene por ese lado: “Me inculcó valores que sigo y que trato de transmitir a los chicos. El más destacado es que siempre se puede ‘jugar en primera’, que es dar tu máximo en el rol que te toque cumplir. Si te toca ser mozo de un bar, atender a la gente de la mejor manera; si jugás en un equipo, seas suplente o capitán, buscar lo mejor y así sentirte satisfecho con lo que aportaste. Así podés llegar a un Mundial de Clubes, o lograr que uno de los nenes golpee la pelota arriba de la frente.”
Se ve el linaje, entonces, más allá de las diferentes realidades. Lo nota Fabián, que hace un tiempo en San Juan pudo ver un partido de su hijo en el rol de DT y presenciar cómo ensaya esa transmisión de valores. “Me dio gusto verlo; creo que en ese aspecto de profe él va muy bien. Me gusta cómo lo encara, cómo habla con los chicos. Soy medio un loco de la seguridad con los chicos y creo que se lo inculqué, él en eso es implacable”, remarca entre risas.
Por ahora, en este comienzo de camino, Juani se mueve como pez en el agua: “El vóley y la educación me fueron gustando de a poco, cada entrenador que tuve me fue marcando un rumbo que cada vez me gustaba más. Fue y es difícil, pero me gusta ser parte del crecimiento de los nenes. Lo tomo como un aprendizaje para mí y para ellos; trato de acercarme mucho y trabajar en conjunto con los papás para educarlos. El fin no es que salgan campeones, sino que sean los mejores en lo que se propongan el día de mañana. El ganar y perder es parte del proceso de aprendizaje. Es un trabajo muy lindo y la verdad que lo disfruto, la paso bien.”
Sergio López
[email protected]