Tiene 40 años y una carrera consagrada en el vóley: jugó en Italia y España, también en UPCN, Bolívar y Rojas Scholem y sumó muchos años en la Selección, incluso con un Juego Olímpico en su haber: Atenas 2004. Paralelamente estudió y se recibió de kinesiólogo. Sin embargo, este domingo Pablo Peralta se consagró campeón con Normal 3 en Rosario y lo vivió con tanta adrenalina como cada paso anterior, además en un rol inesperado como el de técnico-jugador. ¿Cuál es la motivación en este momento de su vida? Él mismo te lo cuenta.
LA INCREÍBLE FINAL ANTE NÁUTICO AVELLANEDA
En su extensa carrera en el vóley, este domingo le tocó vivir uno de esos capítulos inolvidables. Normal 3 jugó la final del torneo local en Rosario frente a un Náutico Avellaneda que viene pisando fuerte. Primer partido adentro, el segundo para el rival y este domingo se enfrentaron en Náutico, a todo o nada, en un partido de película. El local ganaba 2-0 y llegó a estar arriba 8-3, pero todo el festejo fue, una vez más, para Normal 3.
Los chicos de las inferiores invadieron la cancha y la emoción desbordó a todo Normal 3. Y uno de los más buscados para los abrazos y felicitaciones fue “Pepe” Peralta, jugador símbolo y hoy también el técnico del equipo.
“Fue una serie durísima, ellos empezaron jugando muy bien y no les podíamos hacer picar la pelota. En la semana habíamos trabajado el tema anímico, el hecho de no volvernos locos cuando no nos salen las cosas. Teníamos que entender que hay virtudes del rival y teníamos que tener paciencia y esperar nuestro momento. Y así fue.”, relató el central de 40 años sobre el duelo final de este domingo y completó: “Nunca bajamos los brazos, nos apoyamos. Entramos al tercer set convencidos que ellos tenían que bajar un poco, empezamos a jugar, a sentirnos mejor y festejar un poco más los puntos. Y el final fue medio épico porque lo perdíamos 8-3”.
Normal 3 viene dominando el torneo de Primera División masculina en los últimos años y tal vez ahí radica una de las explicaciones de este nuevo triunfo. “Nunca sentimos que perdíamos el partido, sabíamos que algo iba a pasar y lo íbamos a remontar. Eso tiene que ver con la experiencia y cuando uno se acostumbra a ganar tiene ese plus. Las finales se ganan, no sé si jugando bien o mal, pero la ganamos y es una alegría enorme”.
“¿LA MOTIVACIÓN PARA SEGUIR? ES LA PREGUNTA QUE ME HAGO TODOS LOS DÍAS”
Para los de adentro y los de afuera su historia sorprende. Que a los 40 años, ya consagrado, y con otro trabajo en su vida cotidiana, tenga ganas de entrenar e ir a jugar por amor al vóley y los colores, no es tan común. Incluso, en condiciones que no siempre son las mejores: en 2018 fue a jugar la B1 a Chapadmalal y en 2019 disputó la A2 en Club Rosario rodeado de juveniles y en donde luchó por la Permanencia.
“Todos los días me pregunto cuál es la motivación. No es fácil el día a día, trabajo muchas horas, pero el vóley es mi cable a tierra y la banca de la familia siempre está. Esa adrenalina que se vive estando dentro de una cancha es irremplazable. El día que no está se la necesita y es por eso que mientras el físico me dé, el nivel más o menos sea aceptable, y pueda no pasar vergüenza dentro de una cancha, voy a tratar de seguir aportando, así sea haciendo un montón de puntos o esté dentro de la cancha por una cuestión de presencia”, explicó “Pepe”.
Pero hay otro factor clave en esta historia. “Y otro sostén importantísimo para que siga jugando son mis hijos. Verlos disfrutar gritando en la tribuna, que apenas termine el partido vengan a darme un abrazo y estar conmigo, es lo que más me motiva. Mi hija ya está jugando, usa la misma camiseta que yo, se siente sumamente orgullosa de su papá y quiero que pueda verme hasta que el físico me dé”, y cerró: “Jugaré en Primera hasta que pueda y después jugaré Veteranos. Esto es lo que fue toda mi vida, lo que me hace feliz, donde me siento más cómodo y no es fácil colgar las rodilleras, por el momento van a saber de mi por un tiempo más”.
UN TÍTULO CON FESTEJO EXTRA: JUGADOR-TÉCNICO CASI SIN PLANEARLO
“Para mí este torneo tuvo un desafío extra porque me tocó ser jugador-entrenador y no es nada fácil. Más simple es entrar a jugar y que te digan qué tenés que hacer, pero por suerte asumí el desafío y se dio de la mejor manera”, contó Peralta, quien fue acompañado por Jonatan Divona en ese rol.
Su camino para ser el entrenador de Normal 3 fue prácticamente nulo. “Nunca estuvo en mi cabeza ser entrenador, estudié kinesiología y me dediqué a eso. Cuando Toti (Medina) y Sergio Martínez no pudieron seguir por cuestiones laborales y por tiempo me lo ofrecieron a mí. Normal es una institución muy particular, el que no nació ahí es difícil que se adapte, no porque seamos complejos ni nada, sino porque tiene una mística y unas formas muy particulares, una idiosincrasia propia. Nunca hemos tenido buenos resultados cuando una persona de afuera vino a hacerse cargo del equipo. Entonces, me pareció prudente que yo haga el esfuerzo y tome el cargo porque los chicos me respetan mucho, tenemos mucho cariño mutuo y pudimos establecer una relación técnicos-jugadores muy cordial y muy buena. Eso después se nota en la cancha”.
Luego, el ex jugador de la Selección Nacional continuó: “A pesar de que para mí cometo un montón de errores por novato como entrenador, me bancaron siempre, creyeron en mi palabra, y eso creo que lo gané por mi experiencia como jugador, pero también por ser un representante desde la primera hora del Normal y estar siempre presente. No sé si mi futuro está por ese lado, pero me gustó y lo disfruté porque los chicos respondieron de la mejor manera”.
SU QUERIDO NORMAL 3: SU CASA, SU ESCUELA Y LA CUEVA
¿Qué es Normal 3 para vos? “Es una pregunta fácil. Es mi segunda casa, está mi hogar y después el Normal. Es donde hice toda mi escuela, donde mis hijos van a la escuela y se sienten orgullosos de eso, donde sentimos un orgullo imposible de explicar: desde entrar a la escuela, ver ese escudo y ponernos esa camiseta hasta un amor incondicional a todo lo que pasa, hacia esa mística, hacia esa familia del Normal que para el que lo ve de afuera es bastante difícil de explicar.
No hay club que pueda lograr lo que tenemos nosotros en el Normal, es algo que se trae desde la cuna, desde que se empiezan a dar los primeros pasos. Es pasar muchas horas y años en esas aulas, en ese patio, en esos pasillos y por supuesto en ese gimnasio, en La Cueva. Es lo que siento y es ese orgullo de seguir representando a la Escuela, que va a estar siempre”.
Para Pablo “Pepe” Peralta queda tela para cortar en su historia en el vóley pero hoy, cuando él mantiene viva la llama de la pasión por lo que hace, ya es historia propia y dejó su huella, claro está, con base en el Normal 3.
María Eugenia Candal
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