Julio Velasco busca desactivar una bomba, la típica bomba de la euforia tras una serie de triunfos, tras un resultado importante. Euforia que, por definición, se transforma en vacío cuando el marcador es esquivo, cuando el rival es superior. Y, se sabe, los posibles rivales del Grupo A son equipos superiores “a priori”. Entonces la intención, en palabras, es pisar en firme, porque de hecho la Selección jugará, este miércoles, el partido que vino a jugar a los Juegos Olímpicos de Río 2016, el de cuartos de final, en el que buscará «el batacazo» según coinciden los mismos jugadores con el DT.
Algo de ello pasó en el camino de Rusia a Polonia con el interés de los medios de comunicación. De lo que parecía el festejo por una medalla, se llegó a un par de días de escasa relevancia por el día a día del equipo nacional, cuando Polonia ganó en sets corridos. Pero, más allá del comando antiexplosivos que ahora lidera Velasco, en el que los jugadores mantienen con convicción el camino trazado, el entrenador insiste en una clave, “mantener la lucidez”, a medida que se acerca el verdadero objetivo de la Selección. Lo reclama para el equipo, lo reclama para él mismo, en el momento en que vive a flor de piel la sensación de ser el entrenador de vóley de su país logrando además, paso a paso, saldar una deuda personal con su tierra formadora, algo que “necesitaba”.
Velasco resalta valores del equipo: “Me dejan contento muchas cosas. El resultado, el espíritu de grupo, la autodisciplina que ha tenido el grupo en la Villa Olímpica, algo que no es fácil. Me gusta el crecimiento que han tenido los jugadores desde el punto de vista individual. Me gustan los sistemas de juego en fase de cambio de saque y de break que ha tenido el equipo. Creo que allí podríamos mejorar un poquito. Allí tenemos que trabajar, sobre todo teniendo en cuenta que nos van a presionar mucho más.”
– Ahora, llega el partido que vinieron a jugar…
– Para cuartos de final nos tenemos que imaginar un partido como el de Polonia, entonces tenemos que saber resolver un poco mejor la situación sin perder lucidez. Creo además que algunos jugadores pueden crecer un poquito más para el partido clave, que es el partido que habíamos soñado.
– ¿Cómo serán los próximos días para el equipo?
– Hay dos días por delante. Yo espero que el equipo se relaje, descanse, para estar bien para ese día. En el día previo vamos a preparar el partido, porque muy tarde sabremos quién es el rival. Hay que manejar un poco la euforia, porque está claro que lo que va a sobrar es motivación, garra. Cuando digo sobrar es porque a veces hay demasiada, y creo que hay que mantener la lucidez. Cuando vi al equipo de básquet en el suplementario con Brasil, porque estudio mucho esos momentos, uno podía ver jugadores lúcidos. El último de nuestros problemas es tener ganas de ganar, de dar todo. Tenemos que ser lúcidos porque vamos a jugar con un equipo superior a nosotros y para ganarle hay que usar todo: el físico, la cabeza, la táctica, la creatividad en el momento que corresponda. Esperamos hacer el mejor partido de los Juegos Olímpicos y que eso alcance, porque a veces jugando muy bien no basta, depende del adversario.
– ¿Cómo está viviendo estos Juegos Olímpicos?
– Estoy viviendo los Juegos Olímpicos con demasiada emoción, y digo demasiada porque a veces tengo que hacer un esfuerzo para mantener la lucidez. Las banderas, los cantos, todo eso me cuesta. Yo tenía una deuda con Argentina, donde estudié gratis, y cuando era un entrenador más o menos importante me fui del país. No está mal en sí, pero siempre me sentí en deuda, como que tenía que devolverle algo. Me gustaba mucho la idea de entrenar en la Argentina, además de pasar una parte en Argentina, lo gozo mucho, estar con los amigos de una vida, los lugares, la comida, las costumbres. Es un privilegio enorme, vivir la mitad en Italia y en Argentina.
– ¿Por qué cree que en Argentina se enganchan tanto con su palabra?
– Creo que algunas cosas son malas. Nosotros usamos demasiado la palabra genio, talento. Creemos demasiado que una persona puede cambiar las cosas. Somos un país joven con características de país joven, algunas buenas y otras no tanto. Tenemos entusiasmo, creemos que podemos hacer todo, tenemos garra. Pero lo que creo que tenemos que entender es que lo que hace crecer son los procesos, donde tiene que haber gente capaz. Se necesitan procesos. No hay personas que sirvan para todo porque son genios. Yo me dedico, estudio y trabajo en el vóley. Quizás hay un carpintero que hace mesas bárbaras y al que nadie conoce porque no tiene prensa. Vivimos buscando el genio. Lo bueno sería que la mayoría sean buenos. Este primer puesto es producto de un proceso en el que cada uno hizo su parte, no de uno, dos o tres. Después, algunos estarán más en los diarios, el entrenador, el capitán, la estrella, pero este es un proceso en el que sin el aporte de todos no hubiésemos llegado acá. Creo que es un éxito del vóley argentino, de jugadores que no están acá pero nos ayudaron, de entrenadores que pasaron, de los entrenadores de clubes, de la federación, de los empleados de la federación, de todos. Después uno se puede pelear, porque no todos nos amamos en los procesos, pero es parte del crecimiento; uno se puede pelear y discutir en una dinámica para mejorar, no simplemente en una pelea de poder. Yo creo en eso, siempre creí en eso. Yo no opino sobre todo, los dirigentes deciden lo que tienen que decidir, yo sobre lo que tengo que decidir en el equipo, el jugador sobre las jugadas, eso es creer en el juego de equipo.