En la continua búsqueda de tener actualizado el mapa de los argentinos por el mundo, la lupa de Somos Vóley posó su atención en España. No en las luces de la primera categoría, sino en la Superliga 2, el torneo previo a la elite en el que, en la rama femenina, conviven varias historias albicelestes que recalaron allí. Aquí, las de Noelia Fontán y Micaela Rosell.
Probablemente por el factor idiomático, España es de los primeros destinos que abordan muchos de los argentinos que eligen probar suerte en otros lares. Esto vale para la vida en general y para el vóley en particular, como convalidan las historias de Fontán y Rosell, de 22 y 21 años y que juegan respectivamente en Leganés y Esplugués, equipos que comparten el Grupo B de la actual Superliga 2. Inclusive, ya se vieron las caras: fue en la Fecha 3, a comienzos de octubre, con triunfo 3-1 para Esplugués en el que ambas fueron titulares.
Sin embargo, antes que la actualidad, está el inicio de la cuestión, que es diferente para cada una de ellas. Fontán, de hecho, no forma parte de la emigración. “Mis padres llegaron a España en el 91 para buscar una mejor calidad de vida, como creo que pasó con muchos argentinos en esa época. Se fueron con la idea de volver pasados tres años, pero al final se quedaron en Madrid y entonces nací yo y luego mi hermana”, explica.
La ascendencia de vóley en Noelia viene por parte de madre: “Ella jugaba en un club de Resistencia, Chaco. Yo empecé a jugar a los 11 años; antes hacía baile y me gustaba, pero veía que no era lo mío. Me apunté al club que estaba al lado de mi casa y ahí me enamoré del vóley.”
Ella pasó cuatro años jugando en Fuenlabrada, su ciudad actual, hasta que a los 15 la vida dio un giro. “Teníamos la idea de volver a Argentina porque sobre todo mi madre quería regresar a su país. En noviembre de 2011 nos fuimos, ella y yo, hasta abril de 2014, tiempo en el que estuve jugando en Regatas de Resistencia y también fui con el colegio a los Juegos Evita. Nos volvimos a España porque mi padre y mis hermanos se habían quedado, por no estar separados”, narra, sobre ese lapso de tres años en el vóley argentino.
“Cuando volví, empecé de nuevo en mi club de siempre, en donde estuve un año. Ahí me cambié y llegué al Leganés, que es en donde estoy actualmente”, completa Fontán.
Rosell, por su parte, cuenta con una historia parecida de idas y vueltas, pero con origen en suelo argentino. “Vine a España con 6 años, porque mi papá se había quedado sin trabajo con la crisis (N. de la R.: En el período 2002/2003). Vinimos a Catalunya, nos quedamos cinco años muy bien y volvimos por temas familiares, pero tras casi tres años regresamos a España, porque la calidad de vida no tenía nada que ver”, arranca y agrega: “Empecé en Once Unidos en Mar del Plata, y me habían propuesto empezar a entrenar en Buenos Aires con Selección, pero ahí fue que me vine para España.”
Ahí, Micaela debió arrancar un nuevo camino, en otro vóley. “Hice tres meses en el club Handbol Bordils, luego fui a probarme a la Blume, un centro de alto rendimiento en Barcelona, en donde al poco tiempo me dijeron que estaba dentro. Allí estudié, viví y entrené cuatro horas y media diarias por tres años”, recapitula.
Fue entonces que, con 17 años, comenzó su inserción en la competencia grande. Sigue contando Rosell: “Cuando se terminó el programa, me fichó Vall d’Hebrón para jugar en juvenil, nacional y Superliga 1. Fue una gran experiencia, pero muy sacrificada: dobles y triples turnos, vivir sola en vez de en una residencia y tres partidos las veces que no viajaba con el primer equipo, pero me hizo crecer rápido.”
“Al año siguiente, fiché para Barça y estuve dos temporadas, la primera sobre todo con juvenil, en la que fuimos campeonas de España, y la segunda para el primer equipo en Superliga 1, que no fue una buena temporada. Así fue que quise bajar de categoría, para poder centrarme en la universidad, porque estaba entrenando seis días semanales”, redondea, sobre la última etapa previa a su actualidad en Esplugués.
Así es que, hoy en día, son parte de una divisional en la que conviven desde una reconocida ex jugadora como Paula Tirini (entrenadora de Alcobendas desde 2009) hasta un surgido del vóley metropolitano como Kevin Iurisevich o, de regreso en el femenino, Marianela Tantera, que juega en Elche y también llegó a España de chica, a sus 6 años.
Actualmente, Esplugués marcha en mitad de tabla del Grupo B tras seis fechas de juego. “Cuando me vine, estaba en 1ª Nacional y sabía que era un buen club. Pero lo que tenía que ser una temporada tranquila terminó siendo una subida de categoría”, sonríe Rosell y remata: “Estoy con muchas ganas en esta Superliga, porque además me toca ser capitana así que lo vivo a full.”
Para Fontán y Leganés, el fin de semana llegó la primera victoria, en una temporada que incluyó cambios en la dirección técnica. “Somos un equipo muy joven y el objetivo sería mantenernos en la mejor posición posible. Tenemos además muchas chicas nuevas, así que subir no es nuestra prioridad”, remarca.
Sergio López
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