El miércoles 3 de agosto, después del entrenamiento en el Cenard, Marcelo Méndez se paró frente al plantel y empezó a nombrar a los 14 jugadores que integraban la lista definitiva para disputar el Mundial. Pasaban los nombres y apellidos hasta que, de pronto, se escuchó: «Luciano Vicentin». En ese momento, con las pulsaciones haciendo latir cada músculo de su cuerpo, la ficha le empezó a caer al oriundo de Paraná. Antes de lo que se hubiera imaginado, el joven de 22 años va a cumplir el sueño de representar a la Selección Argentina en la Copa del Mundo de Polonia y Eslovenia, que levantará su telón este viernes 26 de agosto.
Es el verdadero sueño del pibe el que está viviendo Vicentin, que pase lo que pase de aquí al 31 de diciembre, anotará en el calendario de su vida al 2022 como un año inolvidable. «Es un sueño para mi poder llegar al Mundial en mi primer año con la Selección Mayor», asegura Luchi, que por estas horas espera el debut mundialista ante Irán, el próximo sábado a las 12.30 de nuestro país.
Es que después de su paso por River, el punta receptor dio el salto a Europa, donde primero jugó en Polonia y luego arribó a VfB Friedrichshafen, el equipo más ganador de Alemania y uno de los más importantes del Viejo Continente, con el que se dio el gusto de disputar la Champions League. En medio del alto nivel de competencia y exigencia que propone el conjunto alemán, llegó la citación a la Selección, primero para disputar la reciente Nations League, y ahora para jugar el Mundial de Mayores, después de sus experiencias mundialistas en las selecciones Sub 19 y Sub 21.
«Los chicos que ganaron la medalla en Tokio dejaron la vara muy alta en lo deportivo. Para nosotros, que somos los nuevos, es una presión linda tener que estar a la altura dentro y fuera de la cancha», reconoce Vicentin, uno de los seis jugadores (además de Pablo Koukartsev, Joaquín Gallego, Nicolás Zerba, Luciano Palonsky y Jan Martínez) que se sumaron a los medallistas olímpicos para completar la lista.
Al margen de la autoexigencia que se impone para tratar de rendir de la mejor manera posible, el más chico del plantel disfruta y trata de aprovechar al máximo la posibilidad jugar con referentes de la Selección, como Facundo Conte y Luciano De Cecco. «Eran mis ídolos cuando era chico, eran a los que miraba cuando recién empezaba a entender un poco más de vóley. Y más a Facundo que es de mis posición. Para mi es una alegría inmensa y un sueño poder compartir equipo con ellos», dice con orgullo. Y agrega: «Tengo la suerte de que me hablan mucho. No sé si está bien o está mal -reflexiona, entre risas-, pero me hablan mucho y todos tratan de marcarme un camino. Nos hablan desde la experiencia que han vivido, así que tratar de seguir lo que nos dicen que es el camino por donde hay que ir».
Luciano es el menor de tres hermanos cuya vida estuvo -y está- atravesada desde siempre por el vóley. Además de ir a verlos jugar a Sebastián y Silvana, los mayores del clan Vicentin, el número 17 de la Selección comenzó a hacer volar la pelota por el aire desde muy chico en Argentinos Juniors, un club que quedaba enfrente de su casa en Paraná y que, a falta de varones, solo tenía equipo de mujeres. Hoy, ese nene que entrenaba con las chicas a cielo abierto, bajo el crudo frío del invierno o el agobiante calor del verano, y que se quedaba sin jugar los días de lluvia, siente que está cumpliendo un sueño mucho más que propio.
«No es un objetivo personal, sino de mi familia y mis amigos que me dieron mucho para que yo pueda estar donde estoy. Lo que nosotros veíamos como muy lejano, hoy tenerlo y verlo que se cumplió es una felicidad inmensa», sentencia Luchi, con una sonrisa que difícilmente se le vaya a borrar.
Rocío García