Fue asistente de obra y supo llevar la pala y la carretilla llena de arena. Y ahora es campeón olímpico. Sólo a los 14 años llegó al vóley, y como central de la Selección de Brasil festejó el oro en Río 2016. De todo eso nos enteramos en una notable historia publicada en Extra.globo.com.
Mauricio Souza tiene 27 años y juega en Campinas. Se puede decir que, con esfuerzo, construyó su carrera. “Tuve que trabajar para ayudar a mi familia”, recuerda. Colocó azulejos, construyó paredes, fue limpiabotas y repartió diarios. “Me siento orgulloso de hablar de esa parte de mi historia”, contó en la entrevista.
Un día visitó el gimnasio de Iturama, su ciudad, y comenzó a probar el vóley. Pero no funcionaba. Trabajó, trabajó y de repente comenzó a jugar en clubes (ya en San Pablo) cada vez más importantes, en selecciones juveniles. Y días atrás, antes de Río 2016, debió pelear una selección junto a Lucao, Isac, Eder y Sidao. Su papel como mejor bloqueador en la última Superliga de Brasil lo llevó a la lista definitiva de Bernardinho, que no se equivocó.
Ahora, con la medalla colgada y un gran camino por delante, sueña algo simple: “Volver a una granja de su propiedad en Minas Gerais. “Eso quiero, levantarme temprano, arriar ganado, cerdos, criar pollos, hacer café en una estufa de leña. Eso es vida”.
Y, con mucho vóley por delante, cierra con una frase notable: “Quiero que mi hijo (Maurice), conozca el valor de las cosas, no cuánto cuestan”.
Fuente Extra.globo.com