Había que tomar tiempo y distancia para entender la dimensión de su carrera. Sebastián Solé ya es una leyenda de la Selección Argentina de Vóley. Un central de época, como algunos jugadores que marcaron a fuego su puesto, en el lugar de Marcos Milinkovic, de Hugo Conte, de Raúl Quiroga, de Pablo Meana, de Javier Weber, Daniel Castellani… En el lugar de Luciano De Cecco, Facundo Conte, en el camino que recorre Bruno Lima como máximo anotador de los Juegos Olímpicos de Tokio.
Desde 2010 las listas de Selección Masculina mayor siempre incluyeron al central rosarino, surgido en Sonder. Antes de 2010 su nombre fue parte de las categorías formativas. Sus actuaciones en las selecciones de base también son históricas. Sebastián Solé es el único jugador argentino que ganó dos campeonatos sudamericanos en el mismo año, en Menores y Juveniles, allá por 2008, cuando Argentina le ganó dos finales a Brasil en Brasil y consolidaba lo que sería un aluvión sin precedentes de las bases argentinas que, sin dudas, entregan argumentos para entender la medalla de bronce en Tokio con una selección que fue producto de camadas desde el 2005. En ese 2008 iniciaba su leyenda (Ver nota ESPN)
Esas camadas tuvieron títulos sudamericanos en forma más sistemática (2008, 2010), y en mundiales 5° puestos, semifinales, finales y hasta títulos mundiales en 2017.
“Nene Malo” sea quizás el mejor apodo de la Selección, por su cara de eterno niño y por su agresividad constante en cancha. El bautismo de José Montesano define a este jugador que, como pocos, cortó el ciclo de juveniles cuando Javier Weber lo pudo directamente en la mayor para reemplazar al histórico Alejandro Spajic.
Después de un 2010 de resultados magros, el Mundial de Italia significó la renovación. La apuesta de Weber por el liderazgo de los jóvenes dio sus resultados en un buen torneo en Italia: Solé, Conte, Uriarte, Crer, otra vez Alexis, Pereyra, Rodrigo… Los nombres que se hicieron habituales.
En 2011 llegó la semifinal en la Liga Mundial en Polonia y el equipo parecía despegar. En 2012 la vuelta a los Juegos Olímpicos, las crisis deportivas, institucionales, el Mundial de Polonia, la medalla de oro en los Panamericanos de Toronto, los Juegos Olímpicos de Río, el Mundial 2018, la clasificación olímpica 2019… Y la medalla de bronce en Tokio, claro, que ubicó a la Selección y claro, a Solé, en el museo viviente de nuestro vóley.
Campeón con Bolívar, título sudamericano incluido en el 2010, protagonista en Mundial de Clubes con el equipo de Tinelli, y parte de la avanzada de la vuelta de argentinos a Italia, cuando fue llamado por el mejor equipo del mundo por entonces, Trentino, en la temporada 2013/2014. Trentino venía de ganar 4 mundiales y en la renovación, apostó por Solé.
Después de eso, el monstruo rosarino fue a Taubaté y salió campeón de Brasil con Facundo Conte. Y en el 2020 llegó a Perugia, donde habitan estrellas del calibre de Wilfredo León. En el 2016 fue el mejor central de Champions League, y en Italia ganó Copa y Scudettos. Hoy está en plena lucha contra la Lube de Luciano De Cecco.
En términos concretos, que Argentina tenga hoy un jugador en cada equipo finalista de la NBA (Liga de Italia) es parte de la historia grande de nuestro vóley.
Fue su decisión. Cuenta que ya la tenía tomada en los festejos de Tokio. “Llegó el momento de dedicarle tiempo a mis seres queridos, a mi físico, a mi futuro” y, como si fuese necesario, aclaró que nada tuvo que ver la decisión con su flamante ciudadanía.
Sus compañeros, los viejos y los más nuevos, lo pusieron allá arriba en la consideración y en la despedida en redes sociales. En la puerta de sus 32 se retira el más grande central de la Selección Argentina de Vóley, en cantidad de años, en resultados y en logros deportivos también en clubes. El Premio Konex 2020, el mejor bloqueador de nuestra historia, el que levantó las manos al cielo, lo tocó y se despidió a lo grande… y en familia.
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