Ya empezó el camino a los próximos Juegos Olímpicos que se desarrollarán en Tokio en 2020 y las primeras novedades para el vóley comienzan a aparecer: la FIVB adoptaría un nuevo sistema para determinar los 12 clasificados a la cita del deporte por excelencia otorgándole mayor peso a los campeonatos continentales.
Luego de las polémicas por los procesos clasificatorios de Río 2016, la FIVB habría presentado una propuesta a la que sólo le restaría ser aprobada por el Comité Olímpico Internacional, según informaron przegladsportowy.pl y World of Volley. La misma plantea un cambio en el mapa de competencias: primero un Clasificatorio Mundial (World Qualification Tournament) a jugarse en los inicios de 2019, luego un Clasificatorio Intercontinental (Intercontinental Qualification Tournament) a mediados del mismo año y, finalmente, los campeonatos continentales que ya forman parte del calendario. De esta manera, ambos torneos de índole mundial entregarían tres plazas, luego una en cada torneo continental para llegar a once clasificados, y se completarían los doce con el país organizador de los Juegos.
El sistema para Río 2016 consistió de dos plazas olímpicas por la Copa del Mundo, torneo que históricamente se juega en Japón en el segundo semestre del año previo a los Juegos, luego cinco lugares a los ganadores de cada preolímpico continental (disputados con posterioridad a la Copa), otros tres del primer y más importante repechaje mundial y una plaza final en el segundo repechaje mundial, el de menor cantidad de equipos. Once, más el local de los Juegos, doce.
La nueva propuesta traería una significativa reducción de peso para la Copa del Mundo y eliminaría los repechajes, ya que esas plazas caerían en dos nuevos torneos previos a que el proceso clasificatorio pase a lo interno de cada continente. En ese último plano también habría un cambio considerable: más importancia de cada torneo continental (Sudamericano, Europeo, etc.) y la desaparición de los Preolímpicos.
Asimismo, el ranking FIVB pasará a ser más importante, porque, luego del primer torneo mundial (que lo jugarán el organizador, el campeón del Mundial 2018 y 10 equipos que serán los mejores de cada continente), el segundo certamen tendrá a sus 12 equipos definidos a través del escalafón mundial, excluyendo a los ya clasificados para la cita olímpica.
Si bien esto todavía debe ser aprobado, ya se perfilan algunos puntos de conflicto. El primero: la realización de un primer torneo a comienzos de 2019 significaría una superposición con el calendario de Ligas, con lo cual las Selecciones de cada país deberán congeniar con los clubes la presencia de los jugadores. Luego surge otro punto delicado, en este caso más específico de Sudamérica y que remite al mismo problema que se originó antes de Río. Es que Brasil tranquilamente podría sacar su boleto a Tokio en alguno de los dos torneos «grandes» y llegar adentro al Sudamericano, por lo que volvería a activarse la regla que dicta que ningún equipo ya clasificado puede participar de una disputa por cupo olímpico. En ese panorama, dos opciones: o Brasil acepta no ser parte del Sudamericano (torneo del que es prácticamente ganador exclusivo), o se genera un torneo clasificatorio diferente, es decir un Preolímpico, que es precisamente lo que se estaría buscando eliminar, para revalorizar los torneos continentales.
Así como en muchas otras áreas, el vóley está continuamente en movimiento, buscando la mejor fórmula para su juego y organización, y esta nueva modificación parece entrar en la misma tendencia. Sin ir más lejos, el proceso clasificatorio olímpico ya se había modificado de Londres 2012 a Río 2016, con la reducción de tres a dos plazas de la Copa del Mundo y un ajuste sobre los repechajes que se jugaban al final de la línea de tiempo. Ese recuerdo también avala este camino actual, que finalmente terminaría de separar del movimiento olímpico a la Copa del Mundo.